lunes, 1 de febrero de 2021

SAN JOSÉ. Liturgia de las horas. SOLEMNIDAD 19 de marzo




Hola, queridos hermanos :

Cada 19 de marzo, recordamos la solemnidad de san José, padre de Jesús y esposo virginal de María.

Es el gran Virginum Custos et Pater, el gran Custodio y Padre de virgenes.

La Liturgia de las horas tiene unos textos bellísimos, que nos introduce en la meditación de su persona y en la imitación de sus virtudes. 


Bien, ahora, recordemos el significado de su nombre:

Etimología de su nombre :

  • La palabra "José", tiene su raíz en el hebreo.
  • "Yosef" que deriva a su vez del verbo "yasaf", que significa "aumentar".
  • Ese nombre hebreo, latinizado resulta : Ioseph, Iosephus, con los mismo significados.
  • Así, hace alusión a la historia de José de Egipto, el hijo menor de Jacob, de las doce tribus de Israel.


Recordemos:

  • La esposa amada de Jacob era Raquel, ella le dió dos hijos: José y Benjamín.
  • Cuando nace José, ella exclama :
  • "Dios ha borrado mi afrenta" y lo llamó José, "que me añada Yahvé otro hijo"...
  • José, fue uno de los doce patriarcas e hijo favorito de Jacob. 
  • Fue vendido por sus hermanos envidiosos a unos comerciantes de esclavos.


Patronazgo :

Es Patrono de la Iglesia Universal, de los padres, carpinteros, trabajadores, moribundos.


Emblema :

Su emblema es el lirio, como símbolo de la virginidad, castidad, pudor.


A continuación, los textos de la Liturgia de las horas (L.HH), les deseo una excelente meditación y que el amor y la devoción al gran José de Nazaret, se acrecente cada día más, es un gran protector y Dios no le niega nada...

Yo le pido que custodie siempre :

nuestra vocación,

nuestra Iglesia,

a nuestras familias,

a nuestro mundo....





Liturgia de las horas. CONTENIDO

I. OFICIO DE LECTURA

II. LAUDES

III. HORA INTERMEDIA

IV. VÍSPERAS

V. COMPLETAS







I. Oficio de Lecturas




V. Señor, ábreme los labios.
R. 
Y mi boca proclamará tu alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

INVITATORIO

Ant. Aclamemos a Cristo, el Señor, en la solemnidad de san José.

Salmo 94


Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras."

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Aclamemos a Cristo, el Señor, en la solemnidad de san José.


HIMNO


Custodio providente y fiel del Hijo,
amor junto al Amor doquier presente,
silencio del que ve la gloria inmensa
de Dios omnipotente.

Esposo enamorado de la Virgen,
la mente ante el misterio reclinabas,
rosal inmaculado que florece,
es obra del Señor a quien amabas.

Callada voluntad en Dios perdida,
amor hecho mirada de confianza,
fiel en el trabajo y en la prueba,
provéenos de amor y de esperanza.

Protege la asamblea de los justos,
reunidos en la fe, cuerpo de Cristo;
sé padre que nos lleve a nuestro Padre,
amor del gran Amor que nos da el Hijo. Amén.


SALMODIA

Ant. 1. Un ángel del Señor se apareció a José, y le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús.»


Salmo 20, 2-8. 14
ACCIÓN DE GRACIAS POR LA VICTORIA DEL REY

Señor, el rey se alegra por tu fuerza,
¡y cuánto goza con tu victoria!
Le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios.

Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término.

Tu victoria ha engrandecido su fama,
lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes,
lo colmas de gozo en tu presencia;
porque el rey confía en el Señor,
y con la gracia del Altísimo no fracasará.

Levántate, Señor, con tu fuerza,
y al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Ant. Un ángel del Señor se apareció a José, y le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús.»

Ant. 2. Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor, y llevó a casa a María, su mujer.


Salmo 91
ALABANZA DEL DIOS CREADOR
I


Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad,
con arpas de diez cuerdas y laúdes,
sobre arpegios de cítaras.

Tus acciones, Señor, son mi alegría,
y mi júbilo, las obras de tus manos.
¡Qué magníficas son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!
El ignorante no los entiende
ni el necio se da cuenta.

Aunque germinen como hierba los malvados
y florezcan los malhechores,
serán destruidos para siempre.
Tú, en cambio, Señor,
eres excelso por los siglos.

Ant. Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor, y llevó a casa a María, su mujer.

Ant. 3. José subió desde Nazaret a la ciudad de David, que se llama Belén, para inscribirse con María.

II

Porque tus enemigos, Señor, perecerán,
los malhechores serán dispersados;
pero a mí me das la fuerza de un búfalo
y me unges con aceite nuevo.
Mis ojos despreciarán a mis enemigos,
mis oídos escucharán su derrota.

El justo crecerá como una palmera,
se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios;

en la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
que en mi Roca no existe la maldad.

Ant. José subió desde Nazaret a la ciudad de David, que se llama Belén, para inscribirse con María.

VERSÍCULO

V. El justo germinará como una azucena.
R. Y florecerá eternamente ante el Señor.


PRIMERA LECTURA

De la carta a los Hebreos 11, 1-16
LA FE DE LOS ANTIGUOS PADRES


Hermanos: La fe es la firme seguridad de los bienes que se esperan, la plena convicción de las realidades que no se ven. A causa de ella fueron alabados nuestros mayores. Por la fe sabemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible ha tenido su origen en una causa invisible.
Por la fe ofreció Abel a Dios un sacrificio más excelente que el de Caín; por ella fue proclamado justo, dando Dios mismo testimonio a favor de sus ofrendas y por la fe continúa hablando aun después de su muerte. Por la fe fue trasladado Henoc sin experimentar la muerte: «No fue hallado más, porque Dios se lo llevó.» Pero antes de ser trasladado se da testimonio en su favor de que «había sido grato a Dios». Ahora bien, sin la fe es imposible agradar a Dios, pues el que se acerca a Dios debe creer que existe y que es remunerador de los que lo buscan. Por la fe, movido de religioso temor, Noé fabricó el arca para salvar a su familia, advertido por Dios de lo que aún no se veía venir; e, igualmente por la fe, condenó al mundo y se hizo heredero de la justificación que se alcanza por la fe. Por la fe obedeció Abraham al ser llamado por Dios, saliendo hacia la tierra que había de recibir en herencia, y salió sin saber a dónde iba. Por la fe peregrinó por la tierra prometida, como en tierra extraña, habitando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de las mismas promesas, pues esperaba entrar en esa ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es el mismo Dios. Por la fe la misma Sara, a pesar de su avanzada edad, recibió el poder de ser madre, pues tuvo fe en aquel que se lo había prometido. Y, por esto mismo, de un solo hombre, ya incapaz de transmitir la vida, nacieron hijos, «numerosos como las estrellas del cielo, incontables como las arenas del mar». En la fe murieron todos ellos, sin haber alcanzado la realización de las promesas, pero las vieron desde lejos y las saludaron, reconociendo que eran «forasteros y peregrinos sobre la tierra». En verdad que quienes así se expresan dan a entender claramente que van en busca de una patria, pues, si hubiesen pensado en aquella de la que habían salido, ocasiones tuvieron para volver a ella. Pero ellos aspiraban a una patria mejor, es decir, a la celestial. Por eso Dios no se desdeña de llamarse su Dios, pues les tenía ya preparada una ciudad.


RESPONSORIO Rm 4, 20. 22; St 2, 22

V. No lo hizo vacilar la incredulidad ante la promesa de Dios, sino que, fortalecido por la fe, dio gloria a Dios.
R. Por lo cual Dios se lo tomó como justificación.
V. La fe cooperaba con sus obras, y por sus obras su fe alcanzó la plenitud.
R. Por lo cual Dios se lo tomó como justificación.


SEGUNDA LECTURA

De los sermones de san Bernardino de Siena, presbítero
(Sermón 2, Sobre san José: Opera omnia 7,16. 27-30)
PROTECTOR Y CUSTODIO FIEL


La norma general que regula la concesión de gracias singulares a una criatura racional determinada es la de que, cuando la gracia divina elige a alguien para un oficio singular o para ponerle en un estado preferente, le concede todos aquellos carismas que son necesarios para el ministerio que dicha persona ha de desempeñar. Esta norma se ha verificado de un modo excelente en san José, que hizo las veces de padre de nuestro Señor Jesucristo y que fue verdadero esposo de la Reina del universo y Señora de los ángeles. José fue elegido por el eterno Padre como protector y custodio fiel de sus principales tesoros, esto es, de su Hijo y de su Esposa, y cumplió su oficio con insobornable fidelidad. Por eso le dice el Señor: Eres un empleado fiel y cumplidor; pasa al banquete de tu Señor. Si relacionamos a José con la Iglesia universal de Cristo, ¿no es este el hombre privilegiado y providencial, por medio del cual la entrada de Cristo en el mundo se desarrolló de una manera ordenada y sin escándalos? Si es verdad que la Iglesia entera es deudora a la Virgen Madre por cuyo medio recibió a Cristo, después de María es san José a quien debe un agradecimiento y una veneración singular. José viene a ser el broche del antiguo Testamento, broche en el que fructifica la promesa hecha a los patriarcas y los profetas. Sólo él poseyó de una manera corporal lo que para ellos había sido mera promesa. No cabe duda de que Cristo no sólo no se ha desdicho de la familiaridad y respeto que tuvo con él durante su vida mortal como si fuera su padre, sino que la habrá completado y perfeccionado en el cielo. Por eso, también con razón, se dice más adelante: Pasa al banquete de tu Señor. Aun cuando el gozo significado por este banquete es el que entra en el corazón del hombre, el Señor prefirió decir: Pasa al banquete, a fin de insinuar místicamente que dicho gozo no es puramente interior, sino que circunda y absorbe por doquier al bienaventurado, como sumergiéndole en el abismo infinito de Dios. Acuérdate de nosotros, bienaventurado José, e intercede con tu oración ante aquel que pasaba por hijo tuyo; intercede también por nosotros ante la Virgen, tu esposa, madre de aquel que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

RESPONSORIO

V. Dios me constituyó como padre del rey y como señor de toda su casa.
R. Me elevó para hacer llegar la salvación a muchos pueblos.
V. El Señor ha sido el auxilio y refugio que me ha salvado.
R. Me elevó para hacer llegar la salvación a muchos pueblos.


HIMNO TE DEUM


A ti, oh Dios, te alabamos,
a Ti, Señor, te reconocemos.

A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.

Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.

Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:

Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.

Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.

A ti te ensalza
el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.

A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra,
te aclama:

Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, Defensor.

Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.

Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana
sin desdeñar el seno de la Virgen.

Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el reino del cielo.

Tú te sientas a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.

Creemos que un día
has de venir como juez.

Te rogamos, pues,
que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.

Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.

Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.

Sé su pastor
y ensálzalo eternamente.

Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.

Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.

Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.

En ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.


ORACIÓN

Dios todopoderoso, que confiaste los primeros misterios de la salvación de los hombres a la fiel custodia de san José; haz que, por su intercesión, la Iglesia los conserve fielmente y los lleve a plenitud en su misión salvadora. Por nuestro Señor Jesucristo.


CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.








II. Laudes


V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

INVITATORIO


Ant. Aclamemos a Cristo, el Señor, en la solemnidad de san José.

Salmo 94

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras."

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Aclamemos a Cristo, el Señor, en la solemnidad de san José.


HIMNO


Porque fue varón justo,
le amó el Señor,
y dio el ciento por uno
su labor.

El alba mensajera
del sol de alegre brillo
conoce este martillo
que suena la madera.
La mano carpintera
madruga a su quehacer,
y hay gracia antes que sol en el taller.

Cabeza de tu casa
del que el Señor se fía,
por la carpintería
la gloria entera pasa.
Tu mano se acompasa
con Dios en la labor,
y alargas tu la mano del Señor.

Y, pues que el mundo entero
te mira y se pregunta,
dí tú como se junta
ser santo y carpintero,
la gloria y el madero,
la gracia y el afán,
tener propicio a Dios y escaso el pan.

Ant. 1. Los pastores fueron corriendo y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre.


Salmo 62, 2-9
EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
Madruga por Dios todo el que rechaza las obras de las tinieblas.


¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Ant. Los pastores fueron corriendo y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre.

Ant. 2. José y María, la madre de Jesús, estaban admirados de lo que se decía de él, y Simeón los bendijo.


Cántico Dn 3, 57-88. 56
TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR
Alabad al Señor, sus siervos todos (Ap 19, 5).


Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

Al final de este cántico no se dice Gloria al Padre

Ant. José y María, la madre de Jesús, estaban admirados de lo que se decía de él, y Simeón los bendijo.

Ant. 3. José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto, y se quedó hasta la muerte de Herodes.


Salmo 149
ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Los hijos de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se alegran en su Rey, Cristo, el Señor (Hesiquio).


Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Ant. José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto, y se quedó hasta la muerte de Herodes.


LECTURA BREVE 2 S 7, 28-29

Señor Dios, tú eres el Dios verdadero, tus palabras son de fiar, y has hecho esta promesa a tu siervo. Dígnate, pues, bendecir a la casa de tu siervo, para que esté siempre en tu presencia; ya que tú, mi Señor, lo has dicho, sea siempre bendita la casa de tu siervo.


RESPONSORIO BREVE

V. Lo nombró administrador de su casa.
R. Lo nombró administrador de su casa.
V. Señor de todas sus posesiones.
R. Administrador de su casa.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Lo nombró administrador de su casa.


CÁNTICO DEL EVANGELIO

Ant. José se estableció en un pueblo llamado Nazaret. Así se cumplió lo que dijeron los profetas de Cristo, que se llamaría Nazareno.


BENEDICTUS Lc 1, 68-79
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR


Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. José se estableció en un pueblo llamado Nazaret. Así se cumplió lo que dijeron los profetas de Cristo, que se llamaría Nazareno.


PRECES
Elevemos nuestras súplicas al Señor, que hace justos a los hombres:

Danos vida con tu justicia, Señor.

Tú que llamaste a nuestros padres en la fe para que caminaran en tu presencia con un corazón sincero,
- haz que, siguiendo sus huellas, seamos perfectos como tú nos mandas.

Tú que elegiste al justo José para que alimentara a tu Hijo en la infancia y en la juventud,
- haz que sirvamos en nuestros hermanos al cuerpo místico de Cristo.

- Tú que entregaste la tierra a los hombres para que la llenaran y la sometieran,
enséñanos a trabajar con denuedo en este mundo, buscando siempre tu gloria.

Acuérdate, Padre universal, de la obra de tus manos;
- da a todos trabajo, pan y una condición de vida digna.

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.



ORACIÓN

Dios todopoderoso, que confiaste los primeros misterios de la salvación de los hombres a la fiel custodia de san José; haz que, por su intercesión, la Iglesia los conserve fielmente y los lleve a plenitud en su misión salvadora. Por nuestro Señor Jesucristo.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.










III. Hora Intermedia



V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.


HIMNO

Pastor, que con tus silbos amorosos
me despertaste del profundo sueño,
tú me hiciste cayado de este leño
en que tiendes los brazos poderosos.

Vuelve los ojos a mi fe piadosos,
pues te confieso por mi amor y dueño,
y la palabra de seguir empeño
tus dulces silbos y tus pies hermosos.

Oye, Pastor, que por amores mueres,
no te espante el rigor de mis pecados,
pues tan amigo de rendidos eres.

Espera, pues, y escucha mis cuidados.
Pero ¿cómo te digo que me esperes,
si estás, para esperar, los pies clavados? Amén.
qua spe perenni credimus,
per caritatis gratiam
Christi canamus gloriam.


Qui ductus hora tertia
ad passionis hostiam,
crucis ferens suspendia
ovem reduxit perditam.

Precamur ergo subditi,
redemptione liberi,
ut eruat a saeculo
quos solvit a chirographo.

Christum rogamus et Patrem,
Christi Patrisque Spiritum;
unum potens per omnia,
fove precantes, Trinitas. Amen.
Sexta
Qua Christus hora sitiit
crucem vel in qua subiit,
quos praestat in hac psallere
ditet siti iustitiae.

Simul sit his esuries,
quam ipse de se satiet,
crimen sit ut fastidium
virtusque desiderium.

Charisma Sancti Spiritus
sic influat psallentibus,
ut carnis aestus frigeat
et mentis algor ferveat.

Christum rogamus et Patrem,
Christi Patrisque Spiritum;
unum potens per omnia,
fove precantes, Trinitas. Amen.
Nona
Ternis ter horis numerus
nobis sacratus panditur,
sanctoque Iesu nomine
munus precemur veniae.

Latronis, en, confessio
Christi meretur gratiam;
laus nostra vel devotio
mercetur indulgentiam.

Mors per crucem nunc interit
et post tenebras lux redit;
horror dehiscat criminum,
splendor nitescat mentium.

Christum rogamus et Patrem,
Christi Patrisque Spiritum;
unum potens per omnia,
fove precantes, Trinitas. Amen.


SALMODIA

Ant. 1. Los padres de Jesús solían ir todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua.

Salmo 119
DESEO DE LA PAZ
Estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración (Rom 12, 12).


En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora.

¿Qué te va a dar o mandarte Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero,
afiladas con ascuas de retama.

¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: "Paz",
ellos dicen: "Guerra".

Ant. Los padres de Jesús solían ir todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua.

Ant. 2. Cuando se volvieron, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.


Salmo 120
EL GUARDIÁN DEL PUEBLO
No tendrán hambre ni sed; no les molestará el sol ni calor alguno (Ap 7, 16).


Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.

Ant. Cuando se volvieron, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.

Ant. 3. Al no encontrar a Jesús, sus padres se volvieron a Jerusalén en su busca.


Salmo 121
LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
Os habéis acercado al monte de Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo (Heb 12, 22).


¡Qué alegría cuando me dijeron:
"Vamos a la casa del Señor"!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
"Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios".

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: "La paz contigo".
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Ant. Al no encontrar a Jesús, sus padres se volvieron a Jerusalén en su busca.


TERCIA

LECTURA BREVE Pr 2, 7-8
El Señor atesora acierto para los hombres rectos, es escudo para el de conducta intachable, custodia la senda del deber, la rectitud y los buenos senderos.

V. Lo nombró administrador de su casa.
R. Señor de todas sus posesiones.


ORACIÓN

Dios todopoderoso, que confiaste los primeros misterios de la salvación de los hombres a la fiel custodia de san José; haz que, por su intercesión, la Iglesia los conserve fielmente y los lleve a plenitud en su misión salvadora. Por nuestro Señor Jesucristo.


SEXTA

LECTURA BREVE Sb 10, 10


La sabiduría condujo al justo por sendas llanas, le mostró el reino de Dios, y le dio a conocer los santos. Dio éxito a sus tareas e hizo fecundos sus trabajos.

V. En su casa habrá riquezas y abundancia.
R. Su caridad es constante, sin falta.


ORACIÓN

Dios todopoderoso, que confiaste los primeros misterios de la salvación de los hombres a la fiel custodia de san José; haz que, por su intercesión, la Iglesia los conserve fielmente y los lleve a plenitud en su misión salvadora. Por nuestro Señor Jesucristo.


NONA

LECTURA BREVE Sir 2, 18-19

Los que temen al Señor no desobedecen sus palabras, los que lo aman siguen sus caminos; los que temen al Señor buscan su favor, los que lo aman cumplen la ley.

V. Tu victoria ha engrandecido su fama.
R. Lo has vestido de honor y majestad.


ORACIÓN

Dios todopoderoso, que confiaste los primeros misterios de la salvación de los hombres a la fiel custodia de san José; haz que, por su intercesión, la Iglesia los conserve fielmente y los lleve a plenitud en su misión salvadora. Por nuestro Señor Jesucristo.


CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
















IV. Vísperas



V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.


HIMNO


¡Oh qué dichoso este día
en que José, dulce suerte,
entre Jesús y María
rinde tributo a la muerte!

Tuvo en la tierra su cielo;
por un favor nunca visto,
con la Virgen, su consuelo
fue vivir sirviendo a Cristo.

Ya con suprema leticia
los justos lo aclamarán,
lleva la buena noticia
hasta el seno de Abraham.

Si fue grande la agonía
que sufrió en la encarnación,
será inmensa la alegría
que tendrá en resurrección.

Quiera Dios que en nuestro trance
no nos falte su favor,
y piadoso nos alcance
ver benigno al Redentor.

Que en Jesús, José y María,
gloria de la humanidad,
resplandezca tu armonía,
¡oh indivisa Trinidad! Amén.

Ant. 1. Los padres de Jesús lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas.


Salmo 14
¿QUIÉN ES JUSTO ANTE EL SEÑOR?


Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda
y habitar en tu monte santo?

El que procede honradamente
y práctica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua,

el que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor,

el que no retracta lo que juró
aún en daño propio,
el que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.

El que así obra nunca fallará.

Ant. Los padres de Jesús lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas.

Ant. 2. Le dijo su madre a Jesús: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.»

Salmo 111
FELICIDAD DEL JUSTO


Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.

No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.

Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.

El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.

Ant. Le dijo su madre a Jesús: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.»

Ant. 3. Jesús bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad.


Cántico Ap 15, 3-4
CANTO DE LOS VENCEDORES


Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!

¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Ant. Jesús bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad.


LECTURA BREVE Col 3, 23-24

Lo que hacéis, hacedlo con toda el alma, como para servir al Señor y no a los hombres: sabiendo bien que recibiréis del Señor en recompensa la herencia. Servid a Cristo Señor.


RESPONSORIO BREVE

V. El justo germinará como una azucena.
R. El justo germinará como una azucena.
V. Y florecerá eternamente ante el Señor.
R. Como una azucena.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El justo germinará como una azucena.


CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Jesús, al empezar, tenía unos treinta años, y se pensaba que era hijo de José.


MAGNIFICAT Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR


Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Jesús, al empezar, tenía unos treinta años, y se pensaba que era hijo de José.


PRECES
Invoquemos a Dios, el Padre de quien toma nombre toda la familia en el cielo y en la tierra, diciéndole:

Padre nuestro, que estás en los cielos, escúchanos.

Padre santo, que revelaste al justo José el misterio de Cristo, mantenido en secreto durante siglos eternos,
- haz que conozcamos mejor a tu Hijo, Dios y hombre.

Padre celestial, que alimentas a las aves del cielo y engalanas la hierba del campo,
- da a todos los hombres el pan de cada día y el pan espiritual.

Creador de todas las cosas, que nos has encomendado tu obra,
- concede a los trabajadores disfrutar dignamente del fruto de su trabajo.

Dios de toda justicia, que quieres que los hombres sean santos,
- haz que, por la intercesión de San José, recorramos nuestro camino tratando de complacerte.

Concede propicio a los moribundos y difuntos, por medio de tu Hijo, con Maria, su madre, y San José,
- alcanzar tu misericordia.

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.


ORACIÓN

Dios todopoderoso, que confiaste los primeros misterios de la salvación de los hombres a la fiel custodia de san José; haz que, por su intercesión, la Iglesia los conserve fielmente y los lleve a plenitud en su misión salvadora. Por nuestro Señor Jesucristo.


CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.







V. Completas



V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre
y por los siglos de los siglos. Amén.


EXAMEN DE CONCIENCIA

Hermanos: Llegados al fin de esta jornada que Dios nos ha concedido, agradezcamos sus dones y reconozcamos humildemente nuestros pecados.

Todos examinan en silencio su conciencia. Terminado el examen se añade una de las siguientes fórmulas penitenciales:

I
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

II
V. Señor, ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado contra ti.
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.

V. Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.


HIMNO

Gracias, porque al fin del día
podemos agradecerte
los méritos de tu muerte,
y el pan de la eucaristía,
la plenitud de alegría
de haber vivido tu alianza,
la fe, el amor, la esperanza
y esta bondad de tu empeño
de convertir nuestro sueño
en una humilde alabanza.

Gloria al Padre, gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.


SALMODIA

Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.


Salmo 90
A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE
Os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones (Lc 10, 19).


Tú que habitas al Amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: "Refugio mío, alcázar mío,
Dios mío, confío en Ti".

Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
Su brazo es escudo y armadura.

No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.

Caerán a tu izquierda mil,
diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.

Nada más mirar con tus ojos,
verás la paga de los malvados,
porque hiciste del Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo por defensa.

No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos;

te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.

"Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.

Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré,
lo saciaré de largos días
y le haré ver mi salvación".

Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.

LECTURA BREVE Ap 22, 4-5

Verán al Señor cara a cara y llevarán su nombre en la frente. Ya no habrá más noche, ni necesitarán luz de lámpara o de sol, porque el Señor Dios irradiará luz sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.


RESPONSORIO BREVE


V. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.



CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.


Cántico de Simeón Lc 2, 29-32
CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL



Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.


ORACIÓN


Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Jesucristo nuestro Señor.

CONCLUSIÓN

Bendición


V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.






INVOCACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clementísima, oh piadosa,
oh dulce siempre Virgen María!
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de alcanzar
las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.












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